Caminando en silencio como matando el tiempo,
cargando lo positivo que me dejo el amor,
apurando el paso para salir de la oscura niebla,
mientras el frío envuelve otra noche de mi corazón...
La lluvia copiosa anega los verdes valles,
las amapolas se mecen al compás del viento,
y esta experiencia de vida se vuelve mas intensa,
cuando empiezo a perder la empatía con el sol...
El cielo me dice que no todo se acabó,
y las luces evitan que se crucen las miradas
los dioses contentos rugen de placer,
porque aún me amas cruelmente a la distancia...
Ese amor que se ha quedado enquistado,
dentro de mi piel enmudeciéndo mi boca,
dejándome los gritos atravesados en el alma,
sin poder decir que seguirás dentro mío aunque te vayas...
Las amapolas siguen en su vaivén con el viento,
como en un trance acompasado en un baile ritual,
la niebla se disipa en medio de la noche,
y la luna cómplice me vuelve a acompañar...
La última estrella me indica el camino,
que me llevara a encontrarme nuevamente contigo,
me llevo una amapola en la mochila del destino,
para recordar en mi viaje esas noches que vivimos...
Esa dulce amapola ya nunca se morirá,
estará en un lugar privilegiado dentro de mi pecho,
como en el baile sensual con la brisa del viento,
la amapola de tu amor tendrá un eterno romance con mi corazón...
Eduardo Garrido
Buenos Aires
🇦🇷 Argentina 🇦🇷
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