La lluvia golpea la ventana del tren del destino,
y crea el clima de una mística burlona,
en el silencio de la noche que se rompe,
en medio de la tormenta que estalla,
y hace que el estruendo se escuche de repente,
casi como una percusión perfecta...
La melodía tribal implosiona mi cabeza,
y me arroja a un costado del tren del destino,
en el traqueteo del vagón que va y que viene,
mi desilusión va de un lado para el otro,
arrastrando tras de mi toda la frustración,
y la miseria del mundo que me traquetea también...
El tren paro en la estación del olvido,
pero en el anden no había casi nadie,
poca gente, sin equipajes y sin siquiera olvido,
el guarda toco el silbato y le dijo al maquinista vámonos,
y el tren del destino volvió a su marcha,
dejando atrás esa estación casi vacía olvidada hasta por el olvido...
Llegamos luego a la estación del fracaso,
y ahi el anden estaba mas que repleto,
de personas queriendo subirse al destino,
que de alguna manera o por alguna razón,
los habian dejado estancados,
en la estación del fracaso y del olvido...
Seguimos en este agotador y singular viaje,
con el tren del destino hasta llegar a la estación de los desencuentros,
allí algunos bajaron y algunos subieron,
tratando de encontrar cosas que no pudieron,
o perdiendo cosas que habían encontrado,
donde muchos se desencontraron y perdieron el tren del destino...
El tren sigue su marcha hacia la terminal,
ahora esta abarrotado de gente,
y estamos casi llegando al final del recorrido,
estamos por llegar a la estación del destino,
allí cada uno de los pasajeros seguirá su rumbo,
y revertirá por fin fracasos, olvidos y desencuentros...
El destino siempre es implacable con nosotros,
y nos acompaña desde que nacemos,
tiene fecha de inicio y fecha de caducidad,
a lo largo de nuestra vida se manifestara de una manera u otra,
y solamente nosotros seremos los responsables,
de que ese nuestro destino llegue a un buen final...
Eduardo Garrido
Buenos Aires
🇦🇷 Argentina 🇦🇷
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