Los rostros de la nada impávidos se muestran,
en medio de la noche en busca de respuestas,
inertes sensaciones sin pausas y sin prisas,
agonizan en el intento de alejar a la violencia...
Los golpes arrojados en la espesura del bosque,
se chocan con las fuerzas de los desventurados,
las márgenes del río nos traen a la conciencia,
los males que nos provocan los excesos de soberbia...
Los medanos nos guarecen de los reflejos de la luna,
que oscurecen hasta el sol que está a punto de extinguirse,
dejándonos sedientos en las puertas del infierno,
esperando el milagro del agua de la lluvia Santa...
Las horas bajan muy turbias detrás de los árboles con espinas,
perdiéndose en la blancura de esas almas hoy eternas,
con los rezos contenidos dentro de una pila bautismal,
donde los clérigos del destino nos alejan de los anticristos...
Las lechuzas vigilando las puertas del camposanto,
por la noche solo vuelan alrededor del campanario,
acompañando las ánimas que no encuentran su rumbo,
custodiando el silencio para no perturbarlo...
Las brujas con osadas cruces y espejismos de sal,
hechizan las almas incrédulas que vagan por el purgatorio,
buscando por el éter los perdones escondidos,
para limpiar las culpas de impíos pasados terrenales...
El día vuelve a traer la calma luego de una noche de desvelos,
las lechuzas duermen y las brujas descansan,
los clérigos siguen con sus rezos venerando a la lluvia Santa,
y los desventurados en las puertas del infierno esperando que las abran...
Eduardo Garrido
Buenos Aires
🇦🇷 Argentina 🇦🇷
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