Los reflejos que aún bajan desde un sol irónico,
iluminan las piedras de los océanos de la consciencia,
mientras exhalo el aire de mis cianóticos pulmones,
para no asfixiarme en el silencio de la mediocridad...
La lluvia moja mis raidos huesos,
aliviando los tormentos del día que se fue,
la noche aún camina con su paso firme hacia el suicidio,
porque ya no soporta otro día de morbosa religiosidad...
Otro día más para mendigar odio,
como si no tuviéramos la dosis de agonía completa,
a cuánto cotiza hoy en bolsa la desidia cotidiana,
y cuánto se paga por un alma virgen de pecado...
Oraciones de rodillas para ofrendar el dolor real,
salmos mentirosos para lavar culpas de la carne,
autoflagelacion debajo de las sotanas,
de sacerdotes angelicales rodeados de sugerentes púberes...
Mártires de la cruel desolación laica,
con coronas de espinas clavadas en el alma,
en un eterno vía crucis por las huellas de los hombres,
rodeados de gárgolas que a su paso afilan sus colmillos...
El paraíso resulta una falacia terrenal y divina,
cuando la empatía solo logra evadirse de la realidad,
los reflejos del sol irónico sólo me hicieron perder la conciencia,
la lluvia moja mis huesos y el suicidio aún sigue ahí...
Eduardo Garrido
Buenos Aires
🇦🇷 Argentina 🇦🇷
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