El manantial que baja de la montaña,
trae en su canto el sonido del amor,
las flores que crecen en su margen,
llenan su cauce de magia y de color...
Al llegar a la planicie,
la verde y frondosa vegetación,
predomina en el degradee de las paletas,
de los pintores del corazón...
Los guijarros en su lecho,
han dejado su impresión,
y cuando la corriente los arrastra,
les va moldeando su alma pétrea...
Sus aguas reflejan el cielo,
azul como una esencia transparente,
y los pájaros beben tranquilos,
en el diáfano espejo de esas aguas...
Las flores realzan el paisaje,
y tiñen las márgenes del cause,
de rojos, lilas y amarillos,
creando un arcoíris bañado por el sol...
Las mariposas y las libélulas,
acompañan nuestro descanso,
creando un espacio bucólico,
de la mas plácida tranquilidad...
Momento esperado en la tarde,
de una siesta bajo ese árbol,
recreando los bellos sueños,
de una niñez con tanta felicidad...
El regocijo de esas hermosas tardes,
y esos aromas que vuelven del pasado,
junto al cauce de las aguas claras,
que nunca dejaran de pasar...
Aguas que traen pilas de recuerdos,
remansos eternos de nuestro interior,
momentos inolvidables que forjaron nuestros sueños,
aguas claras, naturaleza y sol...
Eduardo Garrido
Buenos Aires, Argentina
D.R.A.
