Ya no puedo con la desesperanza que me presiona el alma,
la vida suele ser siempre tan fugaz y se nos va como si nada,
ya no quiero escuchar esa canción desesperada,
si no la escucho quizas ya no llorará mi guirarra...
La tormenta nos arrasa casi sin que nos demos cuenta,
pero el jardín no volvió a florecer con las flores de la inocencia,
vivimos en una ciudad que está llena de cancerberos,
y aún así se roban los valores que nos quedan en la conciencia...
Las plazas, las calles, las flores, los pájaros, la vida,
las ilusiones, las esperanzas, y el olor de los domingos al sol,
transas que vienen y van por esos edificios corroídos,
con viejos conventillos devenidos en cementerios con balcones...
Vidas engullendo vidas sin sentir culpas ajenas,
con los aromas fétidos de esas nuevas miserias,
cambiando inocencia por deshechos humanos,
con destinos usurpados a la vuelta de la esquina...
Barrios bajos de los suburbios de la ciudad,
soldaditos de plomo para jugar a la guerra,
hierros retorcidos por las ruinas del odio contenido,
y los que dirigen todo mandan a otros a matar y morir...
Impunidad debajo de cada baldoza y dentro de cada cabeza,
con una sociedad llena de cinismo y vacía de vergüenza,
hoy el valor de la vida es igual a la miseria,
a una montaña de billetes sin valor como si fuera la nada misma...
Sólo valemos lo que vale el plomo de una bala,
en una sociedad degradada en su máximo exponente,
una sociedad que sostiene a la corrupción de la corrupción,
que nos robó todo porque ya se nos llevo hasta el alma...
Eduardo Garrido
Buenos Aires
🇦🇷 Argentina 🇦🇷
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