La pasión nos lleva por caminos encontrados,
a veces sin hablar, sin siquiera mirarnos,
sufriendo por dentro un dolor lacerante,
que nos deja atrapados en las redes del desamor,
o mintiendonos descaradamente en la cara,
aunque sabemos que todo terminará tan solo,
si la bella le dice a la bestia que no lo ama...
El pecado fue querernos como si el otro fuera la misma piel,
la agonía fue vernos sin mirarnos a los ojos,
el dolor marcó nuestros encuentros como si fueran batallas,
donde un beso escondía todos nuestros desencuentros,
liberando endorfinas que terminan siendo tóxicas,
haciéndonos sentir bien por unos instantes,
pero hundiendonos más y más en la ciénaga del dolor...
La bella amaba a la bestia y la bestia sufría por ella,
su eterno amor lo vivían como escondidos en una alcantarilla,
en su propio mundo lejos de la realidad,
pero cerca de un cielo que día a dia los seguía oprimiendo,
eran felices de a ratos lejos de la gente que destilaba odio,
pero tanto dolor era incompatible con tanto amor,
y así seguían peleando continuamente y sin freno...
Siempre se planteaban alejarse para no lastimarse más,
pero nunca lograban hacerlo porque no se podían mirar a los ojos,
todo el tiempo era decir basta pero siempre quedaba todo igual,
porque ninguno le decía al otro que ya no lo amaba,
como decirse que no se aman si lo hacen con locura,
como mirarse a los ojos para decirse adios,
si mirandose a los ojos sólo veían la cara del amor...
Eduardo Garrido
Buenos Aires
🇦🇷 Argentina 🇦🇷
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