Otra tarde apagada de domingo,
sumergido en un océano de tiempo,
como un iceberg perdido a la deriva,
en la inmensidad del mar de mis silencios...
No soy el ombligo del mundo,
nadie me reclama desde un púlpito,
y mi corazón esta detrás de una cortina,
tan densa como la neblina que hay en Londres...
La bruma del espejo no me deja ver,
a las luces de tu amor que me hacen señas,
porque quieren rescatar a mis despojos,
de este domingo aburrido y sin sol...
El viaje a las miserias de mi mundo,
me dejo anclado en el puerto del dolor,
y mientras tanto junto con el olvido,
seguimos esperando que amanezca...
El ocaso de mis huesos,
cruje como el piso de la vieja habitación,
produciendo un sonido que se mezcla,
con el graznido de las aves del mar...
El domingo ya se va y las gaviotas se fueron tras los pescadores,
el iceberg me arrastra hasta el final de la habitación,
y ahí en el sillón del fondo,
me encuentro de nuevo con mi soledad...
Eduardo Garrido
Buenos Aires
🇦🇷 Argentina 🇦🇷
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