Cuatro fantasmas sin cabeza,
caminando por la cornisa del desierto,
buscando el sucio cadalso,
donde quedaron sus cráneos esparcidos...
Cuatro almas sumergidas en las tinieblas,
intentando purgar una condena,
por una trampa antigua y misteriosa
de una historia vil y sin sustento...
Cuatro jinetes alados cruzan raudos por un pueblo,
rumbo al oasis de la vertiente de los cristales blancos,
para acelerar el conteo regresivo,
del proceso de reparación que se ha iniciado...
Nómadas de los médanos ardientes,
con alfombras y espadas encantadas,
se refugian en sus tiendas levantadas,
para pasar la noche en las arenas saharianas...
Cuatro odaliscas bailan en trance,
entre velos, espadas y serpientes,
sin saber que ellas son las causantes,
de esos cuatro fantasmas sin paz y aun dolientes...
El circulo de los dioses ancestrales,
ha comenzado a descifrar el jeroglífico,
y se produce entonces el encuentro impostergable,
de todos los misterios en el desierto mismo...
Los cuatro fantasmas sin cabeza,
las cuatro almas de las tinieblas,
los cuatro jinetes alados del camino,
y las cuatro odaliscas infieles y arrepentidas...
El circulo reúne las fuerzas de los antepasados,
y el libro de los muertos comienza a darle forma,
el ritual ya ha iniciado su irremediable marcha,
y se acerca el momento de la conjunción de las almas...
Luego que el conjuro de reparación se ha iniciado,
las odaliscas se reconcilian con las almas de las tinieblas,
los cráneos son reunidos con sus antiguos fantasmas,
y los jinetes alados retornan a sus paraísos de las arenas blancas...
Los maleficios han subsanado así el infortunio,
la quietud del inframundo vuelve a la tranquilidad esperada,
los portales del tiempo ya han cerrado sus oráculos,
y los fantasmas sin cabeza pueden descansar en paz...
Eduardo Garrido
Buenos Aires, Argentina
D.R.A.
