Esa vieja silla de la habitación sigue ahi como mirándome,
con el paso de los años se convirtió en el perchero obligado del tiempo,
con el paso del tiempo fue el perchero obligado del amor,
y con el paso del amor el perchero obligado del hastío...
El alféizar de la ventana fue el romántico hogar,
de dos alondras que se fugaron juntas por amor,
así el cuento de hadas me contó la historia hasta el final,
cuando el beso enamorado rompió el hechizo de la soledad...
En el cielo estrellado de la ventana de la cocina,
se mezclaban con el vapor gris del agua de la cafetera,
el aroma del café y el perfume de los bizcochos recién horneados,
en una alianza imperterrita con el reloj para leer otro capítulo más...
Me atrapan esas hojas tan llenas de historias,
como la vieja silla de la habitación atrapa mi voluntad,
y ya no puedo con esa fuerza que se apodera de mi,
entonces divago hasta sumergirme en mi propia historia de cuentos...
Me bebo el café con un bizcocho de naranjas,
le digo al príncipe que ya tiene que dar el eterno beso,
mientras lustro la lámpara del genio que aún no brilló,
pierdo mis expectativas y el genio se vuelve a esconder...
La luz juega con las sombras del claroscuro de mi imágen,
la vida es un tablero de ajedrez sin reina,
la magia está en otro tomo del libro de cuentos,
y yo ya soy parte del mismo perchero del tiempo, el amor y el hastío...
Eduardo Garrido
Buenos Aires
🇦🇷 Argentina 🇦🇷
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