Como una curandera casquivana,
cual bruja hechicera de la nostalgia,
con los vidrios empañados por el humo de los sahumerios,
nos cobija bajo el ala,
pero siempre nos quedamos en el medio de la nada...
Actitudes deshonestas que nos confunden,
como la gente que nos violenta la calma,
en las noches de un pasado ya perdido,
en otro siglo lejano,
donde malgastamos lo vivido...
Confesiones insolentes y descaradas,
de arruinadas viejas chismosas y decrépitas,
que urgan con sus miradas lascivas,
elucubrando viles miserias,
detrás de postigones apolillados...
Soledades incautadas a fantasmas,
en arrebatos de alcobas insurrectas,
o en llantos contra una vieja almohada,
para ocultar la deshonra escondida en el silencio,
de un engreído y falso antepasado...
Pócimas de alcanfor para el descanso eterno,
gualichos de yuyos santos para curar la indigestión,
cataplasmas para desplumar billeteras ingenuas,
como mentiras piadosas,
o males necesarios como parte de la solución...
Eduardo Garrido
Buenos Aires
🇦🇷 Argentina 🇦🇷
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