No se que tiene esta noche calurosa de verano,
el fantasma del silencio me envuelve en un letargo,
el calor es hermosamente húmedo y pegajoso,
pero no es una tortura ni mucho menos un calvario...
Francamente es un dulce placer,
es entregarme mansamente y sin resistencias,
a un sueño profundo y reparador,
que hoy tienen mi colchón y mi cama reservado para mi...
Un día mas de agotador traqueteo,
y unas sedosas sabanas que no me proponen nada,
una cerveza fría, una ducha fresca,
y un ventilador que tira el aire en cuentagotas...
Una noche mas de un día cualquiera,
la tele encendida solo para hacer ruido,
el golpeteo de fondo me dice que cambió el viento,
y los mosquitos que se avecina la tormenta...
Apago la tele y me quedo como suspendido en el ambiente,
ahora solo el tic-tac del reloj de la pared,
parece acompasar mi respiración entrecortada,
así entro en un sopor que me lleva a soñar contigo...
Corremos por una verde y florida pradera,
buscando la escasa sombra de los árboles,
el calor intenso nos hace jadear,
y nos detenemos junto al cristalino arroyo...
Es una invitación a meterse en esas aguas claras,
para refrescarnos y calmar la sed de nuestros cuerpos,
somos adultos pero como dos adolescentes,
nos quitamos la ropa quedando como vinimos al mundo...
Esas aguas que acarician nuestra piel hacen todo lo demás,
y el resto solo fue la consecuencia de los hechos,
la suave hierba bajo los árboles fue testigo de nuestra pasión,
y el trino de los pájaros la música de nuestro amor...
El golpeteo de la lluvia sobre la ventana,
me despertó ya entrada la madrugada,
el viento de la tormenta había refrescado la habitación,
y en mis labios sentía el fresco sabor a fresa de tu boca...
Ya despuntaba la tormentosa mañana,
el despertador me avisaba que un nuevo día comenzaba para mi,
el calor volvía a ser deliciosamente insoportable,
pero yo estaba felíz recordando el arroyo de la verde pradera...
Eduardo Garrido
Buenos Aires, 🇦🇷 Argentina 🇦🇷
D.R.A.
