Déjame que te cuide,
que te haga sentir bien,
déjame que sea tu norte,
y el sol de tu ventana...
Déjame que sea tu luna,
tu cielo estrellado y tu misterio
déjame que sea tus ojos,
y el que te cuide del viento...
Déjame que abrace tu alma,
tus silencios y tus lágrimas,
déjame ser el camino,
que guarde para si tus pasos...
Déjame ser el perfume,
el aroma de tu cama,
déjame ser la templanza,
y el café de tus mañanas...
Déjame ser el abrigo,
que te arrope en la terraza,
déjame ser las horas,
que acompañen tu sosiego...
Déjame ser la lluvia,
que riegue tus rosas blancas,
déjame ser el pensamiento,
que evoque tus añoranzas...
Déjame ser la brisa,
que acaricie tus cabellos,
déjame ser el agua,
que calme la sed de tu boca...
Déjame acompañarte,
por el camino de la vida,
déjame que sea la luz,
para tus sombras escondidas...
Déjame tu corazón,
para que vuele junto al mío,
déjame tu ilusión,
para que soñemos un poquito...
Déjame ser tu guardián,
pero no tu carcelero,
déjame ser el hombre,
que te haga tocar el cielo...
Eduardo Garrido
Buenos Aires, Argentina
D.R.A.