El tiempo transcurrido luego de toda la vida,
dejo la marca que deja el tiempo que se ha vivido,
y hoy solo soy una sombra de lo que he sido,
me siento viejo, cansado y gastado por el destino...
Me acurruque en el desván del olvido,
para no tener que soportar el dolor,
la existencia de este ahora sofocante que me apaga,
me conduce solo a aplanar la curva de la nada...
Ahí me quedé tratando de no molestar mas a la vida,
esperando que pasara el tiempo de esa agonía,
viviendo en una dura transición,
cerrando las ventanas para no ver el afuera de las cosas...
Y al fin me desperté después de un letargo prolongado,
de estar enmohecido por el paso de esos años,
te encontré a las puertas del ocaso de mi vida,
y las abri de par en par para darte la bienvenida...
Nuevamente se abrieron las ventanas,
y otra vez entró el sol de las mañanas,
cambiaste mi vida, me devolviste las ganas,
y me enseñaste que con amor siempre habrá otro mañana...
Hoy siento que renace la primavera,
aunque este transitando ya mi invierno,
juntaré en una bolsa los recuerdos,
y las flores de estos mágicos cerezos...
A transitar nuevamente estos caminos,
aunque ahora sea ya con pasos lentos,
de otra manera, otro modo, con otros tiempos,
con mas prudencia, pero los mismos sueños...
Eduardo Garrido
Buenos Aires, Argentina
D.R.A.
