Nunca podré recuperar,
las ganas que tuve de amar alguna vez,
porque jamás podré olvidar,
el dolor y el engaño de tu amor...
Por qué te ensañaste conmigo,
por qué, si lo único que hice fue quererte,
por qué, si tu amor era el motor de mi vida,
por qué, no lo sé, ni lo sabré jamás...
Quise esperar que otros labios pronunciaran mi nombre,
trate de vivir de otra manera,
estuve esperando que volviera a mi vida,
el amor y el calor que me robaste...
Pero no sucedió,
el dolor fue mas fuerte,
el golpe devastó mi corazón herido,
y ya nada fue igual en mi camino...
Por las noches cante aquella canción que te había escrito,
y me dormí en la penumbra de un abismo,
me desperté solo gritando que te amaba,
y comprendí que sin tus besos aun me muero...
Volví a sentir que se desangraba mi alma,
por un momento pensé que todo era un mal sueño,
y vi que no, si tu no estabas, que era cierto,
que estaba solo, en nuestra casa, solo y muriendo...
Grite, grite, llore y no resistí,
todo el silencio de esta noche enardecida,
y el alarido de este amor que esta incompleto,
fue el final, sin el mi vida no existía...
En la penumbra de este cuarto, frío y vacío,
ya no resisto vivir esto por mas tiempo,
y el alarido de este amor que ya no tengo,
será el final de la existencia de mis días...
Sobre la almohada deje dos rosas negras,
para que lloren el dolor que llevo adentro,
y que acompañen mis exequias en silencio,
como broche final a este cruel tormento...
Eduardo Garrido
Buenos Aires, Argentina
D.R.A.
