Tu risa me atravesó como una dulce puñalada,
desmoronando lentamente mi frágil autoestima,
y todo el dolor escondido en mis entrañas,
salió a lucir una de sus mejores caras para la ocasion...
Fingi no sentir absolutamente nada por ti,
para no demostrarte que estaba herido,
llorando por dentro ahogandome en mis propias lagrimas,
para no aceptar que me moría por tu amor...
La estocada fue profunda y me desangraba el alma,
aunque no comprendía el porqué de tu reacción,
la daga envenenada no venía de un enemigo,
y nunca me hubiera imaginado de ti esta traición...
La vida nos sacude de diferentes maneras,
y tantas veces lo que creemos cierto termina por no ser,
las heridas del amor nos duelen mucho más de la cuenta,
porque no se curan y nos quedan como estigmas del corazón...
Me llevara mucho tiempo volver a creer de nuevo en alguien,
quizás no vuelva a sentir otra vez las mariposas del amor,
la traición deja las cartas marcadas para siempre,
y mis oídos escuchan aun la risa del dolor...
La puñalada dejó mi corazón a expensas de los lobos,
que saciaron su sed de sangre con mi dolor,
la noche cruel disparo sobre mi frente,
para concluir así el homicidio de este amor...
Eduardo Garrido
Buenos Aires
🇦🇷 Argentina 🇦🇷
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