La lluvia de Abril ha dejado los corazones húmedos,
tiritando en el frío del atardecer sin sol,
esperando que el viento de la negra noche,
se lleve la llovizna gris que opaca la razón de ser...
Cada uno conoce las ráfagas de su propio viento,
ya que cada día levantamos las hojas que caen de nuestra vida,
esas que el viento prolija y pacientemente nos acomoda,
debajo del alféizar de la ventana del zaguán...
Ese zaguán que tantas noches nos ha visto,
en los remolinos agitados de esos ventarrones de verano,
donde algún beso furtivo se adueñó de nuestras bocas,
o unos labios ardientes marcaron nuestra piel...
La lluvia de Abril danzando con las hojas,
en un ir y venir de dorados tonos ocres,
se acomodan sobre la mojada grama verde,
para hacer el baile del primer amor otoñal...
Cuando se va el otoño y despunta el invierno,
la soledad del corazón empieza a lastimar,
el alma se empieza a encerrar en un laberinto,
y las noches frías nos empiezan a doler...
Cuando entramos en el otoño de la vida,
añoramos la primavera que ya no regresará,
y en el invierno solo nos quedan los recuerdos,
que nos ayudan a soportar el frío de la soledad...
Eduardo Garrido
Buenos Aires
🇦🇷 Argentina 🇦🇷
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