Unas lágrimas rodaron por tu marmórea mejilla,
y han dejado en su trayecto un bello surco de sal,
los márgenes del tiempo se acomodaron en la piel,
y los tonos violaceos del ocaso le dieron impronta a la realidad...
Hemos sido egoístas mientras jugamos con el fuego del amor,
y nunca tuvimos en cuenta que nos podíamos quemar,
con la juventud inflamable ante cualquier chispa volátil,
nos incendiaban las miradas sólo con vernos pasar...
Es que donde hubo fuego han quedado las cenizas,
y por donde pasó ese viento el fuego se reavivo,
fuimos presa de un destino que nos arrincono a un costado,
de la desembocadura del río allí donde comienza el mar...
Navegamos por el deseo y nos sumergimos en sus aguas,
capitalizando en el tiempo el disfrute de nuestro amor,
fuimos guardianes del Olimpo surfeando libres por el cielo,
y elegimos sentirnos libres más allá de la verdad...
Los dioses nos protegieron bendiciendo nuestras almas,
y sonaron las campanas en la morada del amor,
fuimos historias de vida, fuimos leyendas de la urbe,
fuimos la tierra y la lluvia, el viento y la tempestad...
Eduardo Garrido
Buenos Aires
🇦🇷 Argentina 🇦🇷
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