Ya hacia bastante que la música sonaba muy fuerte,
eran las diez de la noche mas o menos,
y la del 8° B estaba haciendo su juego nuevamente,
golpee la puerta para hacerle bajar la música...
Pero cuando la puerta se abrió apareció la rubia,
ataviada solamente con un saco de vestir negro,
que caía sobre su bronceado cuerpo,
y debajo de ese saco sólo piel...
En su cuello colgado de una correa dorada,
un sensual y sugestivo saxo,
tan dorado como su cabello salvaje y ensortijado,
que le caía sobre la frente y los hombros...
Detrás de sus rojos labios, unos perfectos dientes blancos,
sostenían entre ellos la suave boquilla del saxo,
que a través de su lengüeta rítmica,
gritaba aullidos de amor...
La imagen quedo impresa en mi retina,
como una polaroid recién sacada,
la rubia, el saxo y la situación de ese momento,
me introdujeron en un juego pasional y perverso...
Un juego sensual que arrastro mi cuerpo a la lujuria,
que transformo el 8°B en un lúdico aquelarre,
dentro del pandemonium original,
a las puertas del temible infierno...
A las dos horas me desperté y volví en mi,
la música ya no sonaba ni fuerte ni despacio,
la paz arrasaba la inmensidad de mi cama,
el sueño reparador y placentero me soltaba...
Por la mañana cuando me levante,
sentía mi cuerpo exprimido, agotado,
pero lo que nunca jamas podre entender,
es como llego hasta mi cuello esa correa dorada de un saxo...
Eduardo Garrido
Buenos Aires, Argentina
D.R.A.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario