06 marzo 2021
TERAPIA...
La noche cobijo mi tristeza,
esa que estaba alojada en el fondo de un cajón del corazón,
junto al miedo de volver a enamorarme.
Las defensas no habían podido superar mi subconsciente,
que estaba dando las últimas brazadas antes de ahogarse.
Caminaba en el centro de una habitación repleta de gente,
rumbo a ningún lado,
y ahí te encontré.
Eramos como dos balseros,
que habían cruzado un agitado mar de tinieblas,
dos seres heridos,
buscando recuperar las ganas de vivir.
Al principio, nos tuvimos miedo,
nos escondimos en la trinchera de la conciencia,
ese pozo sin fin donde recurrimos para escaparnos de lo que nos lastima.
Como dos chiquillos,
que dan la vuelta a la manzana por primera vez sin mamá y papá,
con la angustia que supone estar lejos de la zona de confort.
Así comenzamos a carretear por la pista como si nunca hubiéramos desplegado el vuelo,
como si nunca nos hubiéramos enfrentado a la vida.
Las primeras charlas fueron de silencios,
los primeras imágenes de reconocimiento,
los primeros encuentros de mucha ternura,
de liberación y resurgimiento.
Así poco a poco, nos fuimos relacionando,
soltamos los miedos y nos acompañamos,
nos conocimos, nos acostumbramos,
aprendimos a necesitarnos y nos volvimos inseparables.
La vida nos dio una nueva oportunidad,
y nos enseño, que no estábamos solos,
que el camino esta lleno de gente,
y que la vida de a dos duele menos.
Que solo hay que ser receptivo,
y dejarse acompañar,
que nunca nada esta perdido,
y que solo se pierde lo que no se intenta...
Eduardo Garrido
Buenos Aires, Argentina
D.R.A.
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