La fatalidad nos enmudeció de pronto,
y nos dejo a los dos en un sendero sembrado de espinos,
no se bien como hemos llegado hasta aquí,
ni quien sera el que gane las dulces batallas...
Puedo sentir la inseguridad que sientes,
si tu camino va detrás del mío,
y tu corazón cansado ya no podrá olvidar,
que vivió sumergido en un mar plagado de soledad...
Un salto mortal nos devastó el amor,
y la oscuridad desangrada nos dio frío,
regamos con lágrimas el jardín de este dolor,
para soportar la frustración que nos dejaron las heridas...
Sensaciones mas que ambivalentes,
nos despojaron totalmente de la conciencia,
paralizados nos quedamos derrumbados,
en un cajón del armario del hastío...
La luz se nos fue apagando poco a poco,
la espesa oscuridad nos cubrió el alma,
ya no fuimos capaces de reflotarnos,
y nos ahogamos en nuestro mar de soledad...
Eduardo Garrido
Buenos Aires, Argentina
D.R.A.
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