Siento amor por este viejo río,
que distiende siempre mi mirada,
que calma y baja mis emociones,
cuando mi cabeza se cansa y estalla...
Mirando sus costas verdes,
mis ojos se pierden en el follaje,
mi ansiedad se torna calma,
y me trae esa oxigenación ansiada...
Sus aguas mansas van pasando,
y junto a ellas viajan mis pensamientos,
y el color marrón de ese río,
es el pergamino gastado de mi alma...
La imaginación se renueva,
viendo correr sus aguas,
y en esos camalotes que pasan,
se va con ellos alguna vieja historia...
Las nutrias y los cuises,
caminan por las raíces expuestas de los árboles,
como si fueran enmarañados senderos,
tan enmarañados como viejos laberintos mentales...
Los pájaros que beben de sus aguas,
le dan vida al paisaje cotidiano,
y las flores silvestres acompañan,
con los colores de la naturaleza sabia...
Dulce y apacible río,
en el que hoy se refleja mi mirada,
eres el mejor espejo,
para sanar y confortar mi vieja mente cansada...
Eduardo Garrido
Buenos Aires, Argentina
D.R.A.
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