CALAS BLANCAS...

Mi mundo callado al fin se despertó,
después de tanto dolor contenido,
cuando saliste a liberar mi alma ya muda,
de tantos años de silencio y opresión...

Después de la pasión volvimos a estar vivos,
solo fuimos tu y yo en algún lugar,
siguiendo el curso del tiempo perdido,
nos bebimos juntos el licor de nuestro amor...

Dos seres que fluyen endorfinas,
en la misma frecuencia y con la misma sintonía,
dos almas que sangran sus misterios,
y sus miserias que al fin quedan en el olvido...

Calas blancas sobre sepulturas olvidadas,
y flores secas en los jardines de invierno,
con los guardianes de un imperio perdido,
cuidando solo las cenizas del silencio...

Un corazón apagado y dormido,
que vuelve a galopar de nuevo en libertad,
corriendo por las verdes praderas de otros tiempos,
con la juventud divina que siempre volverá...

Hoy que somos perros viejos,
con el cuerpo ya curtido por las pulgas,
por los vaivenes del tiempo que ha pasado,
y con los años que nos pesan encima...

Saliste a liberar mis despojos enmohecidos,
cansados ya del silencio de esta tumba,
vacía de vida y vacía de amor,
pero tan llena de soledad y de misterios...



Eduardo Garrido
Buenos Aires
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