Escuche alguna vez decir por ahí y nunca lo he olvidado,
que si los ojos hablaran vivirían contando historias de amor,
si las miradas dijeran de frente lo que esos ojos por pudor callan,
serían invisibles a la luz de las pupilas para escribir un mañana...
La magia de esos otoños con sus cálidos colores,
con esa nostalgia evocada a través del cristal de la ventana,
con la paleta de ocres y amarillos como sutiles acuarelas en el alba,
o como eternos atardeceres llenos de amor desbordando el alma...
Las hojas volando en una danza alborotada,
enmarañadas con el viento como en una coreografía sobrehumana,
con una taza de café humeante para entibiarnos la nostalgia,
y esos besos entregados al llegar la madrugada...
Si los ojos hablaran serían los principales intérpretes,
de la pasión puertas adentro de esas alcobas insurgentes,
expresando la calma después de un intenso torbellino,
para ser los cómplices perfectos de ese amor que llevan dentro...
Eduardo Garrido
Buenos Aires
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