EL CAMPO...

Otra noche sin dormir y escuchando el canto de los grillos,
y cuantas noches mas pasaran de esta manera,
otro cielo gris para otro atardecer,
y cuantos cielos mas mudaran los tiempos que vendrán...

Una nube que esta cargada de agua clara,
en una tormenta en el camino al campo verde,
y una aguja en un pajar enorme,
que jamas encontraras aunque lo intentes...

Recetas de un peón del campo,
haciendo tortas fritas para el mate,
después de haber guiado presuroso,
los caballos mansos al corral de la pradera...
 
Casco de una estancia colonial,
aljibe de ladrillos pintados de blanco,
techos de tejas rojas a dos aguas,
y rejas en los ventanales pobladas de madreselvas...

Galería con bancos y macetones,
pisos rústicos y gallinas caminando,
con las puertas de las habitaciones alineadas,
y la pajarera azul con los jilgueros cantando...

La lluvia que ha caído ha dejado tras su paso,
el inconfundible y fresco aroma de la tierra que mojo,
y acompañamos pacientes a que pasara el chubasco,
saboreando unos mates y tortilla con chicharrón...

La arboleda frondosa en el camino hacia el campo,
con las carretas rechinando la zamba del corazón,
los animales, los sembrados, las huertas y los jardines,
la vida simple, bella, llena de luz y color...
 
Los sapos que croan a la hora de la siesta,
el aroma a eucalipto en el patio de atrás,
los sauces que lloran su destino olvidado,
y el campo nos regala todos los días su esplendor...



Eduardo Garrido
Buenos Aires, Argentina
D.R.A.