07 marzo 2021

EL VIEJO DE LA BOLSA...




Como quisiera Dios, alguna vez,
quien pudiera ser distinto de ahora,
ya no quiero mendigar por esas calles,
que han dormido y socavado mi corazón...

Me canse de deambular sin rumbo fijo,
sin hogar, sin familia, sin amor,
me canse de deambular tan agobiado,
aturdido y atormentado por el dolor...

Con mis huesos a cuestas,
mis temores viejos,
mis dolores nuevos,
mi indigencia extrema, mi juicio final...

Me han agotado los años,
me han gastado el frío, la lluvia y el calor,
se ha curtido mi piel ya demasiado,
tanto, que apenas si siento el sol...

Como quisiera poder ser diferente,
ya no roer basura para poder comer,
tener un pan caliente, tierno, crujiente,
un café humeante, calor...

Y no tener de abrigo un diario viejo,
o de cama, un frío banco de estación,
que agonia vivir tan marginado,
la tortura paga la incomprensión...

Que vergüenza, de titulo, "linyera",
pero que sufre, llora y siente como vos,
que tristeza que tengo, que tristeza !,
que marchito quedo mi corazón...

Que solo me siento, presente imperfecto,
nadie se me acerca, ya no puedo mas,
que agonía y que futuro incierto,
que nuevos temores me derrumbaran...

Para muchos, soy el cuco, el botellero,
el pordiosero, el ciruja, el marginal,
y para todos invisible,
mirando hacia otro lado para no verme pasar...

Me canse, me rendí, me agote,
y mi tiempo se ha hartado conmigo,
intente comprender a los demás,
pero no fueron recíprocos conmigo...

Soy el loco, el ciruja, el mugriento,
el viejo de la bolsa, que mas,
quiza es bastante, quiza sea mucho,
o quiza ya es tarde, para volver a empezar...

Y cuando todos duermen en sus camas tibias,
mis pobres huesos, no pueden mas,
lloro en silencio, lloro sin lágrimas,
siento el desprecio de la sociedad...

Y mi alma enmohecida, por el rocío de la noche,
la indiferencia del mundo, y el perdón por existir,
se juntan con mis huesos fundidos con el suelo,
Y anuncian el preludio de lo que nunca va a venir...

Unas migajas, unos harapos,
combo perfecto de la soledad,
el solo cuenta con su miseria,
y lo que nunca podrá alcanzar...

El solo cuenta con su tristeza,
y su esperanza de poder llegar,
aunque la vida se empeñe siempre,
se empeñe siempre en dejarlo atrás...


Eduardo Garrido
Buenos Aires, Argentina
D.R.A.



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