Un viejo escritor, apodado cariñosamente por una querida amiga como el poeta de los zaguanes porteños,
un tipo cascarrabias al que la fantasía deambulaba por las neuronas que habitaban su cabeza, contando ficciones que al final eran sólo eso, ficciones,
metiéndose de a poco y sin pedir permiso en la cabeza de sus lectores...
Historias que llevan al lector a un lugar paradisíaco,
o tal vez a otro planeta, a una playa o simplemente a una terraza a la vuelta de la esquina,
así los escritores hilvanan vidas ajenas, vidas prestadas, historias tuyas, mías, de otros o de todos,
la vida misma en primer plano contada en tres estrofas...
Con una buena descripción rica en detalles que no hacen a la historia en sí,
pero si a la inventiva personal de cada lector,
así cada uno puede arribar al puerto y al lugar preferido aun estando lejos,
al mismísimo paraiso que soñó o al infierno que esquivo durante toda su vida...
Porque al fin y al cabo los escritores somos igual que todos los mortales,
sufrimos, amamos y padecemos las mismas cosas que los demás,
solo que siempre tenemos algunos sueños por desarrollar,
y una vez desarrollados sirven para que mucha gente se vea reflejada en ellos...
Somos un espejo irreal de las más variadas realidades ajenas,
las plumas escondidas de un colorido pavo real,
que una vez abiertas muestran el despliegue nada más y nada menos que de la vida,
esa vida de bardos que nos lleva por el mundo contando historias...
El Poeta de los zaguanes, la Poetisa de las Sensaciones,
la Tinta Gitana, el lado oscuro de Lola, las luces y sombras de todos los poetas,
la luz de la luna o las brujas hechiceras del amor,
son los nombres de fantasía de los que te cuentan en tres estrofas que la vida con una poesía y una flor puede ser más hermosa...
Eduardo Garrido
Buenos Aires
🇦🇷 Argentina 🇦🇷
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