Cuanta melodía de amor translucen estas miradas nostálgicas,
de aquellas caricias que nos vestían la piel de sensaciones,
con ávidos espasmos de dulces desenfrenos,
que alteraban el éxtasis de los sentidos corporales...
Cuanta melodía para perderse en una hermosa noche de amor,
al ritmo de esa lluvia de sonidos embrujados por el deseo,
para encontrarnos dentro de esa habitación,
lejos del mundo pero cerca del cielo...
La entrega del corazón fue la llave que abrió la puerta,
el silencio fue el vendaval que arrasó nuestros miedos,
la vida nos dio el empuje que necesitábamos,
y el amor se encargo de expresar todo lo demás...
La desnudez de la rosa fue el punto de partida,
para que las espinas ya no nos lastimaran,
y las caricias que nos vistieron el alma,
fueron los momentos que quedaron en nuestro corazón...
El cielo nos mostró una luna cómplice y misteriosa,
y la madrugada cubrió nuestros cuerpos con un manto azul,
exploramos los sentidos y fuimos un cielo estrellado,
y nos entregamos sin reservas para ser intenso y puro amor...
Fuimos caricias y piel bajo el manto azul de la noche,
fuimos melodías y sensaciones de embrujados desenfrenos,
acompañados por el loco ritmo del sonido de la lluvia,
y por el deseo de este amor que nos trepo por la piel...
Eduardo Garrido
Buenos Aires
🇦🇷 Argentina 🇦🇷
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