La noche que la vida me noqueó me asestó un golpe artero,
fue como un huracán que arrasó mi alma deshilachada,
la envolvió con un viento helado que congeló mi corazón,
y me dejó sin aliento, sin voz y sin calor humano...
La perpetua oscuridad se cerró sobre mí,
como un voraz manto de luto que me envolvía,
y en su negrura ya ni siquiera podía encontrar,
ni un rayo de luz ni un pequeño resquicio de esperanza...
La vida me golpeó con su puño de hierro macizo,
y me dejó tendido en el suelo sin valor y sin fuerzas,
sin poder levantarme casi sin poder respirar,
sin poder sentir nada excepto los espasmos producidos por el dolor...
Pero esa noche oscura en ese inerte callejón,
algo dentro de mí comenzó a moverse poco a poco,
como una chispa de vida o tal vez una llama de resistencia,
que me hizo levantar y comenzar a caminar...
La noche que la vida me noqueó fue tan dura con mi alma,
que esa misma noche descubrí mi propia fuerza interior,
y aprendí a levantarme después de cada caída,
esa noche aprendí a caminar en la oscuridad para encontrar la luz...
Y aunque la vida me siga golpeando entendí que hay que darle pelea,
que aunque la noche siga siendo muy oscura,
dentro mío sempre habrá una llama que no se apagará,
y será la responsable de que me levante una y mil veces más...
Eduardo Garrido
Buenos Aires
🇦🇷 Argentina 🇦🇷
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